La vida del campo es muy dura, pero Hana recibe mucha ayuda de sus vecinos, y tras mucho trabajo comienza a cosechar el producto de su esfuerzo.
Yuri y Ame siguen creciendo mientras su doble naturaleza comienza a entrar en crisis.
Ame siente mucho amor por las montañas y añora las enseñanzas que su padre podría transmitirle, pero debe asistir a la escuela.
Yuri se siente sumamente atraída hacia el mundo humano, pero no puede negar que en el fondo es una lobezna y eso podría ocasionarle serios problemas…
¿Será capaz de cumplir la promesa que le hizo a su madre al iniciar el colegio?
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